Per imprimir i penjar a la nevera, directament!!!
2- Flagélate lo estrictamente necesario. Si descubres que has dado a tus hijos albóndigas con carne equina no es el fin del mundo, quizás así te salgan campeones de hípica, vete tú a saber.
3- Relativiza y prioriza, no es lo mismo que no haber tenido un disfraz a tiempo, o una tarta de cumpleaños (porque a lo que hemos llegado, como decía Sarah Jessica Parker en Tentación en Manhattan, “antes nos tocaba fingir los orgasmos y ahora las tartas”) que haber retrasado un par de años una dosis de vacunas (y ahora que lo digo, voy a revisar el calendario de vacunación que no las tengo todas conmigo…)
4- Destierra la culpa de tu vocabulario, de tu pensamiento, de tu vida… gestiona tu culpa con mesura.
5- Haz terapia de grupo. Comparte con otras madres, en el parque, frente a un café o un par de cervezas o de gintonics. Te consolaré darte cuenta de que tus problemas son los de muchas.
6- Disfrútalo. Ya que es para toda la vida, pasátelo bien con tus hijos, aprovecha los buenos momentos (que los hay y muchos) y eso te dará fuerzas para soportar los malos (que ídem).
7- Escucha lo que te dicen. Lo de la voz de la experiencia es cierto, y más sabe el diablo por viejo… Pero al mismo tiempo, no escuches lo que te dicen, déjate llevar por tu instinto. Lo que es bueno para otras personas, otros hogares, puede que no encaje en el tuyo ni en tu estilo de vida.
8- Acuerdate de quién eres, o de quién eras. Una cosa es que hayas ‘nacido’ como madre el mismo día que tu hijo y otra bien distinta que olvides quién eras tú antes de serlo. Recuerda que sigues siendo amiga, hija, pareja, investigadora, corredora de maratón, o fan de la costura, pero sigues siendo tú.
9- Reinvidica la imperfección. No se puede tener todo perfecto. Es más, no es saludable ni siquiera intentarlo. Así que no finjas.
10- Y recuerda que la mejor madre es la madre feliz. Lo ha dicho una gran sabia de la materia, la filósofa francesa, Elizabeth Badinter.
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